sábado, 27 de enero de 2018

 ATRACÓN DE CALLOS EN EL SAN AMARO DE MEAÑO 

Vecinos de Meaño degustando los preciados callos
Sin más pretensión que la de congregar a los vecinos en una noche de invierno en torno a unos buenos callos. Eso es el objetivo que repite cada año el San Amaro meañés, fiesta humilde donde las haya, y que parece retrotraernos al espíritu de los “seráns” y de las pequeñas verbenas de los años 20 del pasado siglo. No busca tanto el ganar gente de otros lugares, sino a su gente de siempre.
Y como desde hace décadas en la noche del sábado de San Amaro los callos fueron los reyes de la esta peculiar fiesta de pueblo, con degustación del típico plato que la organización sirvió de manera gratuita entre el público que se atrevió a desafiar la persistente “poalla” bajo una pequeña carpa cerrada a pie de la ermita. En total dos ollas con capacidad para 72 litros, que dieron para que el centenar de personas congregadas pudieran repetir hasta la saciedad. Los vecinos loaron el potaje, cocinados a remanso durante cinco horas por la mañana en las cocinas del restaurante meañés Casa Rodiño que, como cada año, interrumpe sus vacaciones para atender el singular encargo.

Rosario Muñiz trabajando en la organización
Con 1.500 euros!
“Esta es la fiesta más entrañable de Meaño y la más económica de todas”, reconocía Rosario Muñiz, una de las organizadoras de esta edición, mientras dispensaba generosas raciones de callos. “Una localidad como Meaño -explica-, con unas 130 casas, no puede recaudar 8.000 euros de aportaciones vecinales, el que es el mínimo hoy para una verbena de dos orquestas. En cambio, aquí sí sabemos lo que es rentabilizar el dinero: con apenas 1.500 euros, logramos organizar dos días de fiesta, para unos vecinos que se han portado muy bien”. “Ese dinero -continúa- se nos va en un grupo de gaitas para los dos días, unos pocos fuegos, y esta degustación de callos. Y en la noche, a falta de una orquesta, es un dúo musical el que ameniza esta pequeña verbena, con los músicos sobre una pequeña tarima de madera, no más, pero nos divertimos como en pocas fiestas”.
Una verbena apenas familiar, con vecinos todos conocidos, y donde el baile, el humor y el canto comparten protagonismo con lo gastronómico. Un apartado el de la canción que contó además en esta ocasión con la presencia de Antonio Miniño, cantante local de Dena, conocido por sus buenas interpretaciones de la copla y las canciones de Manolo Escobar, y que deleitó a los presentes con algunas piezas.

Un veciño de Meaño rendido aos callos
Testimonio histórico
Por la mañana la jornada abría con una misa a las 12 del mediodía, cuya procesión frustró esta vez la lluvia. En el interior de la pequeña ermita, la novedad fue la colocación de una placa, copia de la primera página del libro de fábrica parroquial que data de 1654, y en cuyo margen se atestigua el hecho histórico de la construcción de esta capilla de San Amaro, mandada erigir por el licenciado Clemente da Bouzada que falleciera en aquel mismo año.
Tras la misa se repitió una segunda tanda de poxas, en la que se subastaron más productos del campo, entre ellas cajas de cebollas nuevas, lotes de vino albariño y un gallo de corral, ésta última la pieza más codiciada, y que se adjudicó en 40 euros.
La verbena arrancaba al atardecer para, a las 21 horas, hacer el alto en la música que daba entrada de los preciados callos, que acto seguido se servían acompañados de vino tinto país y refrescos. Tras ellos volvía la música a la par que se distribuía, a modo de postre, 15 kg de roscón en raciones, seguido de dos grandes queimadas elaboradas en situ para animar el resto de noche. Todo un menú dispensado de forma gratuita por una organización que trabajaba de lleno a lo largo de la noche.
El cura párroco José Manuel Taibo, presente como cada año en verbena, reconocía que “el protagonismo de esta fiesta, no es de un grupo de vecinos, sino del propio pueblo porque todo él se involucra de una forma u otra en hacer realidad un festejo distinto, familiar, cercano y tan entrañable como es este”.


 GALERÍA DE FOTOS... Por Marcos Castro & T. Hermida  

Manolo Muñiz, un dos patriarcas desta festa, bromeando coa súa neta











































domingo, 21 de enero de 2018

conversas.com
Josefa Dorado Soto
Directora de la Coral San Miguel de Lores

Natural de Lores, Josefa Dorado es la cara más representativa del canto coral en el municipio de Meaño, no vano lleva 38 años en el mundo de la dirección, desde cuando, con tan sólo 15 años, se puso al frente de la coral polifónica “San Miguel” de Lores, hoy por hoy el coro más longevo del municipio. Actualmente dirige además la Coral de la Cofradía de Pescadores, junto con su sección infantil, más la Coral Polifónica Santa María Adigna-Portonovo. En total, unos 110 coristas bajo su mano en una trayectoria de años.

“EL CANTO CORAL ES BUENO PARA LA MEMORIA"
  
Josefa Dorado Soto, directora del coro de Lores. Foto: Iñaki Abella
A nivel comarcal ¿es el canto coral uno de los grandes olvidados de la música?
En mi opinión sí. Ni las administraciones ni las escuelas de música que existen le dan el protagonismo que debieran. En las escuelas de música, digo Meaño, Cambados, O Grove… lo  importante es el instrumento, el canto coral está ahí, como un género menor, sin darle importancia ni apostar de forma decidida por ello.
¿Y a nivel de la administración?
A nivel de administración las ayudas a las corales son pírricas.
De hecho, en el caso de Meaño, usted se mostraba hace unos días crítica con el bajo importe de las subvenciones municipales.
Cierto, las subvenciones que recibimos en Meaño son inferiores a lo que percibíamos hace veinte años. En los 90 cada coro del municipio recibía del concello 600 euros de subvención, hoy sólo recibe 450, eso es muy poco, no podemos decir precisamente que eso sea apoyar a los coros.
También fue crítica con el Festival de Villancicos que organiza el concello meañés.
Sí, porque creo que sería bueno que los coros recuperaran su cuota de protagonismo en un Festival de Villancicos que nació precisamente con ellos, y no estar relegados a un papel de relleno como ahora.
¿En qué zonas es más pujante hoy el canto coral?
En las ciudades que cuentan con conservatorios, porque en ellas los coros de nutren de esos alumnos y de ese ambiente musical.
Meaño pasó de no tener con ningún coro a contar, de la noche a la mañana a finales en los 80 e inicios de los 90, con cinco agrupaciones parroquiales, muchas de los cuales se mantienen hoy. ¿Cómo surge aquel movimiento coral?
Surgió en los 80 cuando llegaron a las parroquias las conocidas como “misiones”, que debieron ser las últimas que vinieron. Aquellos misioneros alentaban el canto en las iglesias y se crearon los primeros grupos para cantar en las misas, que luego derivaron en coros conforme los sacerdotes se abrieron más a que estas agrupaciones cantaran en los oficios religiosos. Ese fue el origen.


Coral San Miguel de Lores, dirigida por Josefa Dorado
Hoy esos coros parroquiales están integrados en su mayoría por gente mayor. ¿Qué aporta el canto coral en esos tramos de edad?
A nivel personal y a cualquier edad el canto aporta, ante todo, felicidad, de ahí que yo animo siempre a la gente a cantar, porque contribuye al bienestar de la persona. Con el canto uno aprende a relajarse, a escuchar y a disfrutar. Pero a nivel de personas mayores, el cantar en un coro es importante porque trabajan la memoria, al interpretar en varios idiomas; la concentración, al estar pendiente de la voz de tu cuerda, a la par que de un todo; y también la socialización, porque no se aíslan y se valoran más dentro de un grupo. Ese componente social y de salud para las personas mayores es algo que deberían valorar también las administraciones a la hora de comprometer apoyos, porque un coro en esas edades es más que canto.
¿Le gustaría que Meaño contara con un coral grande que aunara a esos diferentes coros parroquiales?
Claro que me gustaría. La existencia de un coro así no tendría que suponer la desaparición de los coros parroquiales. Únicamente podría tratarse de una coral integradora que sumara a los coristas de todas las agrupaciones para preparar un evento o un concierto, aunque fuera una o dos veces al año, sería algo muy bonito y bueno para Meaño.
Uno de los problemas de los coros está siendo encontrar el relevo generacional e incorporar gente joven.
Sí, lo ideal es que la gente se incorpore al canto cuanto más joven mejor, dado que se adquiere la técnica con más facilidad. Pero a cualquier edad puede uno empezar en un coro, solo cabe tener un poco más de paciencia, pero se consiguen cosas. En mi caso además lo que realmente me satisface no es tanto el dirigir sino el enseñar a la gente a cantar.

Otra imagel de la coral de Lores con nuestra protagonista al frente
Otra de las dificultades está en el tema económico de que hablábamos antes. ¿Cómo es el día de día de un coro para hacer frente a sus gastos?
Es complicado, porque al director hay que pagarle. Luego están los trajes, los desplazamientos… Por otra parte las misas para las que contratan a coros son cada vez menos, las subvenciones están a la baja… Los coros se las ven y se las desean para cuadrar sus números: los hay que hacen rifas, venden lotería u organizan alguna cena para recaudar fondos y hacer frente a sus gastos.
¿Puede que haya coros que les vaya al bolsillo a los coristas?
En algunos que conozco, sí. Hay algunas corales que se sufragan aportando cada corista una cuota al mes o al año, como en cualquier agrupación al uso, y ese dinero se emplea en pagar al director, porque no hay otra forma.
¿Qué proyectos tiene en mente para los coros que dirige?
En enero los coros de Lores, Cofradía de Pescadores de O Grove y la coral de Adigna-Portonovo, los tres juntos, vamos a ofrecer un concierto de zarzuela con la banda de Ribadumia en el auditorio de este concello. También nos gustaría en el coro de Lores repetir un concierto que hicimos este año con el percusionista Diego Rosal en Vigo, aunque no sabemos bien donde podríamos cuadrarlo, porque aquel concierto estaba muy trabajado y valió mucho la pena. Y luego, de cara al verano, el coro de Lores volverá a organizar su “Concerto de Verán” en el santuario de San Benito con algunos solistas invitados.
Pero usted no para, ahora se ha matriculado en el conservatorio Manuel Quiroga.
Es lo que tiene la música que, a pesar de la edad, nos engancha siempre. Aprovechando que mi hija cursa trompa en el conservatorio me matriculé para cursar también yo clarinete, y recuperar así lo que ha sido mi instrumento en mis años de la banda de Meaño.


sábado, 13 de enero de 2018

IN MEMORIAM: DORADO

Dorado, nunha imaxe recente na praia da Lanzada. Fotografía cedida
O que durante máis de 35 anos fora electricista do concello de Meaño, o home do sorriso perpetuo, José Luis García Dorado, finou esta semana aos 62 anos a causa dunha longa enfermidade. Era de longo o traballador en activo que estivo máis tempo vinculado ao concello, non en balde exercía como electricista municipal desde inicios dos anos 80, polo que presumía de ter traballado ao servizo dos tres alcaldes democráticos con que contou o concello meañés desde a Transición, isto é, Germán Rodiño, Jorge Domínguez e agora Lourdes Ucha.
Dorado, que así era coñecido por todos, será lembrado entre compañeiros e conveciños polo seu carácter afable, aspecto bonachón e, sobre todo, o seu gran sentido do humor, que mostraba en cada momento cotián e que de xeito encomiable non perdeu ata o último momento, aínda sobrelevando a enfermidade. O seu era un sorriso continuo, a xeito xa de saúdo, e as súas anécdotas, plenas retranca, presidían cada conversa ou faladoiro no que estaba presente.
O talante tranquilo e pausado no traballo era outro dos seus trazos, e os alcaldes meañeses sempre recoñeceron a súa adicación e plena dispoñibilidade ante calquera eventualidade, durante as 24 horas do día e os 7 días da semana, ata o punto de renunciar durante décadas ao seu dereito a vacacións.
Na súa faceta pública foi durante dúas etapas presidente do Unión Dena, a última na tempada 2007-08, na que se dispuxo céspede artificial e ampliouse o campo de fútbol de As Cachizas.
           
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Seguro que a Dorado lle gustaría ser lembrado con algunha das suas anécdotas coñeras que sempre contaba cunha xenerosa risotada. Aquí vos deixamos unha delas, real, que fai uns meses relataba coa súa habitual retranca, á primeira hora na sá de espera do Centro de Saúde de Meaño:

“Un día díxome o alcalde que levara ao hospital a un dos operarios do concello, que mancara un brazo e tiñan que retirarlle a escaiola que lle puxeran para inmobilizarllo. Mentras estábamos xuntos agardando no sá de espera, oiamos o ruido dentro da sá de iesos… e el estaba acolloado!.
-      Como me quitarán esta escaiola do brazo?, preguntábame.
-      Iso fanno cunha rebarbadora… como a das obras -díxenlle, mentras el empezaba a porse pálido-. Pero ten coidado -advertinlle-, e non movas o brazo, non vaia ser que se lles vaia a máquina cando estén traballando e che corten o brazo, como lle pasou a un paisano. A ver se vas quedar manco!
-      Estás de broma?-preguntoume-
-      Que va! Que foi certo! Tal e como cho estou contando!
E el, cada vez más pálido. Mentras tanto, dentro da sá de iesos, os enfermeiros, que tiñan a porta entreaberta, escoitaban a nosa conversa. Acto seguido chegou a súa quenda e chamaronno para dentro  co gallo de retirarlle a escaiola.
Ao pouco sentíuse como acendían a máquina-cortadora de escaiola. So se oíu durante uns segundos, ao pouco apagáronna. Nesa saíu un dos enfermeiro á porta e espetoume:
-      Anda, ti, gracioso! Agora vente a axúdarnos,  que se nos desmaiou dentro!

sábado, 6 de enero de 2018

Tras unos años a la baja la viña de albariña parece a volver ser rentable dado el ligero repunte de precios de la uva. Ello está coincidiendo en el tiempo con el inicio de un relevo generacional que parece poner en el alero la continuidad de muchas explotaciones. El alquiler es una de las alternativas que los propietarios empiezan a barajar al entender que sus viñas siguen siendo todavía un activo.  Así, unos viñedos que hace unos años prácticamente se regalaban para que continuaran siendo trabajadas, hoy parecen emerger en valor.

“SE BUSCAN VIÑAS DE ALBARIÑO PARA ALQUILAR”

El joven de Dena Alberto Muñiz explota 12 hectareas en alquiler. Foto: Iñaki Abella
Es uno de los anuncios que se repiten este otoño-invierno. El repunte de los precios de la uva en las últimas cosechas, el relevo generacional y la crisis económica, son los tres motivos que explican una modalidad creciente como es el alquiler de explotaciones. El otoño es el momento propicio para cerrar los contratos, mismo antes de acometer las labores de poda que se ya han empezado a realizarse en diversos viñedos.
“Lo normal es que los contratos de alquiler se cierren ahora -explica Manuel Moldes, bodeguero, a la par que arrendatario de Sanxenxo que busca viñas en régimen de alquiler-, porque es cuando el viñedo duerme y no se ha iniciado trabajo alguno en la explotación”. “Una vez que la viña esté podada -agrega-, es raro hacerse ya con una explotación. Por esta razón es ahora cuando me muevo más en busca de viñas, sobre todo en la zona de Sanxenxo y Meaño, para disponer luego de más uva en bodega”. Y es que a sus 39 años nuestro protagonista ha apostado desde hace un tiempo por su proyecto vitivinícola familiar de la mano de su firma “Bodegas Fulcro”.

Por su parte Alberto Muñiz, a sus 26 años, ha convertido su pasión por el viñedo en profesión. Miembro de una conocida familia hostelera de Dena, este joven, que disponía de 1,5 hectáreas de viñedo en propiedad, ha apostado por la modalidad del alquiler para hacerse con más superficie hasta el punto de que hoy explota un total de 12 hectáreas situadas en Dena, Padrenda, Ribadumia, Barro, Padrenda o A Vichona entre otros lugares, “y todavía busco más” reconoce. En su caso él es sólo viticultor, y vende la uva a tres bodegas de la comarca.

Alberto Muñiz parreando sus viñas. Foto: Iñaki Abella
“Es un trabajo como otro cualquiera -apunta-, que me exige dedicación plena de lunes a sábado, e incluso algunas veces los domingos, pero que también me brinda cierta autonomía, lo cual se agradece”. “Yo hago todo el laboreo: podo, parreo, y con un tractor, freso, sulfato… Sólo tengo necesidad de contratar personal para alguna tarea específica como desnetar el viñedo y la vendimia”.
Otros han optado por el alquiler como una salida a la crisis. Es el caso de  Baldomero Meis, vecino de Altamira (Dena) que, a sus 52 años, se ha decantado por esta vía. “Fue hace un tiempo -explica- en que, con la crisis, no había trabajo, y entonces me decanté por dedicarme al viñedo”. En la actualidad explota tres hectáreas y busca más “porque con esta poca superficie gano lo mínimo”. Meis nos da otra de las claves del aumento del alquiler: “detrás está también el tema de las subvenciones, porque la administración las ofrece para jóvenes viticultores, y hay gente de menos de 25 años que están cogiendo viñas en alquiler a su nombre, con el objeto de ingresar la subvención cuando luego, en realidad, son sus padres u otros los que, en la práctica, laborean el viñedo”.

Demanda al alza
Parra de viñedo de albariño en época estival
Todos coinciden en que las viñas en alquiler están siendo esta temporada más demandas que nunca. “Hace unos años -explica Victoria Dovalo, arrendataria y bodeguera meañesa-, nadie las quería, porque los precios de la uva cayeran tanto que la actividad había dejado de ser rentable. Entonces era fácil hacerse con viñedos, incluso te las ofrecían con coste cero, con tal de ver sus viñas trabajadas. Pero ahora, con el repunte de precios en las última cosechas, el alquiler ha cobrado fuerza y cada vez más los arrendatarios están llegando al sector”.
La modalidad del alquiler de pequeñas explotaciones familiares de viñas de albariño empieza a plantearse como la alternativa al relevo generacional. “Algunos propietarios que plantaron sus viñas en los años 80 -apunta Manuel Moldes-, o que las heredaron de sus padres, tienen hoy 70 años o más, y ya no pueden seguir trabajando las viñas, ni sus hijos, con otros empleos, tienen tiempo o simplemente no quieren dedicarse. Al entender que sus viñas pueden seguir siendo un activo buscan la modalidad del alquiler, no sólo por lo que puede suponerle en el plano económico, sino porque les gusta ver que sus viñas de siempre siguen siendo trabajadas”.

Cotización
¿Cómo se cotiza el alquiler de viñas en el momento actual? Los arrendatarios consultados estiman que, en función de la extensión, la calidad del terreno y la duración en el tiempo, el mercado está pagando entre un 15 y un 25 por ciento del valor de la uva recolectada. Esto significa que en el caso de un ferrado de viñedo, cuya producción tope fijada por el Consello Regulador es de 750 kilos, el propietario podría recibir una renta anual de entre 153 y 280 euros al año, si el precio de uva ronda el 1,50 euros por kilo.

Parra de viña de albariño recién podada
La modalidad varía según el propietario. “Los hay que prefieren cobrar una renta fija  cada año -explica Alberto Muñiz-, otros un porcentaje del valor de la cosecha… Sea como fue yo prefiero la modalidad porcentual porque te cubre ante posibles fluctuaciones de las producciones según los años”. En cuanto al tiempo, admiten que “depende de las condiciones, porque cada propietario es un mundo -apunta Manuel Moldes-, yo tengo desde contratos a largo plazo hasta otros que son año año”, si bien todos coinciden en que, lo ideal para el arrendatario, “es cerrar un contrato a 10 años ó más, porque es lo que puede darte cierta estabilidad”. Baldomero Meis entiende que, en su caso, “lo mínimo deberían ser cinco, aunque después va a depender en cada caso de las circunstancias”.
La competencia entre arrendatarios redunda en los precios. “Ello ajusta mucho los márgenes de ganancia -explica Victoria Dovalo-, si bien en mi caso recolecto la uva para nuestra propia bodega, por lo que, si no ganas en la uva, puede que lo hagas luego en la comercialización del vino”, situación ésta, en la que también se halla Manuel Moldes que comparte esa condición de bodeguero.
Sin embargo, los que únicamente comercializan con la uva están condicionados por el precio de ésta. “Una viña en alquiler -explica Alberto Muñiz- empieza a ser rentable para el arrendatario que vende la uva, siempre que su precio no baje de 1,30-1,50 euros el kilo. Por debajo, la ganancia que te queda es ya muy pequeña”. Baldomero Meis rebaja ese precio hasta el 1,20 euro por kilo “pero a los de 60 céntimos que se llegó a pagar hace unos, la viña del todo inviable, mismo ya para el propio viticultor-propietario, que perdía dinero”.

Más rentable hace unos años
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Más suerte tuvieron los que suscribieron acuerdos de larga duración en el momento con la uva a precios más bajos cerrando contratos por 25 años a cambio de un 5 o 10 por ciento del valor de la cosecha, o de un fijo muy económico entonces. “No son los tiempos de antes -añade Alberto Muñiz-, en que los contratos iban muy bajos, hoy están subiendo pero, en mi caso, con tanta superficie, me da para ir tirando y, cuando menos, puedo ir viviendo de la viticultura”. “Cierto que es mucho trabajo para el cuerpo -advierte-, pese a lo cual lo llevo bien porque el viñedo es algo que me apasiona desde siempre”.
Eso sí, todos nuestros protagonistas coinciden en buscar viñas legales, dadas de alta en el Consello Regulador para que no supongan obstáculo alguno a la hora de la comercialización. Y una excepción, la de Manuel Moldes que pretende también viñedos de tinto Rías Baixas “sobre todo caíño, espadeiro y loureiro, porque hay poco y está muy buscado”. Y es que desde sus Bodegas Fulcro, a su producción anual de 20.000 botellas de albariño, suma 1.500 litros de tinto Rías Baixas con tres añadas que se están criando en bodega, y de cuyo potencial en el mercado está plenamente convencido. Un Moldes que, entiende, que la modalidad del alquiler “va a marcar un punto de inflexión en la explotación del viñedo en la comarca de O Salnés, si no lo está haciendo ya”.


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