sábado, 21 de octubre de 2017

Vinos tintos de la bodega Forxas do Salnés
La Denominación de Origen Rías Baixas suma hoy un total de 178 bodegas vinculadas al albariño y variedades de blancos. Pero en los últimos años ha comenzado a emerger dentro de la D.O. lo que algunos han bautizado como “tintos atlánticos” o “tintos del mar”, vinos elaborados con variedades como caíño, espadeiro o loureiro. Son ya 26 bodegas en toda la D.O. las que exploran esta senda, de ellas 11 en O Salnés, y que apuestan, aún de forma testimonial, por unos vinos a los que los expertos otorgan potencial en el mercado, tanto que agotan existencias con premura cada año. Algunas grandes firmas ya los tienen también en proyecto. (parte 1)


EL TINTO RÍAS BAIXAS EMERGE EN EL REINO DEL ALBARIÑO 


Uvas de caíño en un viña meañesa
Veintiséis de las 178 bodegas de Rías Baixas se han iniciado en el proceso de elaboración de de tintos de la D.O., procesando actualmente en su conjunto un total de 246.660 kilos de uva, lo que supone tan sólo un 0,74 por ciento de los 33 millones de kilos de una D.O. que  es sinónimo de blancos. De momento, testimonio incipiente de unos tintos a los que los expertos auguran gran potencial en el mercado.
El valenciano Pedro Ballesteros, único Master of Wine de país, los exalta: “los tintos atlánticos -afirma- son vinos frescos, con una graduación moderada (se mueven en los 11,5 o los 12 grados) y diferentes a los tintos tánicos, y ello los hace muy atractivos para un segmento de mercado que abre un mundo para Rías Baixas”.
En un sentido similar se pronuncia Luis Gutiérrez, único catador de la Guía Parker para España: “El mercado mundial del vino -explica- está demandando personalidad y diferenciación. Y los tintos Rías Baixas, elaborados con caíño, espadeiro, loureiro, que son uvas que no se dan en ninguna otra parte del mundo, se diferencian del resto”. “Rías Baixas -agrega- puede ofrecer con sus tintos lo que ninguna otra zona del mundo, por ello a la hora de competir sus tintos tienen un potencial tremendo”. “La gente -añade- empieza a cansarse de vinos para catar, y empieza a demandar vinos como los atlánticos, que son frescos y que se beben bien. El problema es que apenas se cultiva esta uva tinta en Rías Baixas.”

El bodeguero meañés Rodrigo Méndez
En la comarca de O Salnés, once son las bodegas que han comenzado a explorar el camino de los “tintos atlánticos”. Ente ellos el meañés Rodrigo Méndez, que desde su “Forxas do Salnés” es el mayor productor de tintos salinienses en la D.O. sacando al mercado 15.000 botellas bajo la marca “Goliardo”, caldos caíño, espadeiro y loureiro, más una mezcla de los tres en “Bastión de Luna”. Vinos procedentes, en casos, de cepas plantadas en 1912 en la finca de “O Torno” en Meaño. Poco antes de morir en 2001, su abuelo Pepe Méndez O Ferreiro, lamentaba la ilusión frustrada de producir dentro de la D.O. tintos con uva de las viñas que había plantado veinte años antes. Y ese proyecto lo alumbró Rodrigo Méndez, cuando el enólogo berciano Raúl Pérez se cruzó en su vida. “Yo no entendía nada -reconocía Raúl Pérez-, tenía las mejores uvas de albariño y lo que quería era hacer tintos caíño, espadeiro y loureiro”. Bajo su mano fueron domando juntos en barrica y fudre los tintos, elaborados con paciencia, fiel a una tradición familiar de generaciones. Unos vinos que, como otros “tintos del mar”, se agotan cada año en el mercado.

Eulogio Poma en su viña de Padrenda
Un poco más al norte, en la localidad meañesa de Padrenda, el bodeguero Eulogio Pomares, produce 3.000 botellas de su “Zárate” caíño, espadeiro y loureiro. “Cuando empezamos con la primera cosecha en 2009 -reconoce Pomares Zárate- no nos imaginábamos, ni de lejos, el éxito comercial y de crítica que alcanzamos”. El giro lo tiene ya en marcha, tanto que está apostando ya por replantar parcelas con tintos y volviendo a los sistemas tradicionales de elaboración. “Son variedades más difíciles a la hora de trabajar -apunta Zárate-, de ahí que ello fuera una de las razones de su abandono en el pasado”. “Además -añade- madura unas tres semanas más tarde que la uva albariña, por lo que cabe tener paciencia para aguardar a una correcta maduración, cuando el viticultor lo que quiere es vendimiar con premura para salvaguardar la cosecha de las inclemencias meteorológicas”.

EXurxo Alba, de bodegas Albamar
Desde Cambados el bodeguero Xurxo Alba elabora en Albamar otras 3.000 botellas de su “O Esteiro”, tintos caíño, espadeiro y mencía con los que está irrumpiendo también en el mercado. “La venta -apunta Xurxo Alba- está garantizada, porque con tan poca producción en la D.O. hay mucha más demanda que oferta”. “En mis proyectos -añade- entra el ampliar en el corto plazo, pero la dificultad ahora estriba en hacerse con derechos de plantación, si los consiguiera, plantaría al 50 por ciento, media hectárea de albariño y media de tinto, sobre todo caíño y espadeiro”. Un Xurxo Alba que apuesta también en su proyecto por la tradición: “en bodega -afirma- no paso la uva por la estrujadora sino que se pisa con los pies en cubas, como se hizo siempre de forma artesanal en casa”.

Caíño tinto de Forxas do Salnés
Amén de la dificultad administrativa para adquirir derechos de plantación, otro de los hándicaps estriba en el rendimiento. “Hablar de limitar producción para mejorar en calidad -apunta Eulogio Pomares- es algo controvertido y genera mucha polémica, pero hoy por hoy es un tema aceptado en las grandes regiones vitícolas del mundo”. Xurxo Alba explica que la producción en estas variedades “suele ser menor y ronda los 5.000-6.000 kg. por hectárea, puede que algún año excepcional y sobre terrenos fértiles tengas que hacer algo de poda en verde, pero apenas en mi caso”. Un recurso al que sí recurre Rodrigo Méndez, que lo realiza precisamente estos días siguiendo las directrices de Raúl Pérez: “hay viñedos en que el rendimiento óptimo por hectárea se mueve en los 4.000 kg. por hectárea, incluso menos, cuando en albariño hablamos de 12.000. Ahora, cuando la uva entra en el envero, esto eso, está mudando su color, arrojamos una parte de la uva al suelo. Con ello favorecemos la aireación y la maduración óptima del racimo y, a la postre, ganamos en calidad de la uva”.
Junto a ellos se están embarcando en la andadura de los “tintos atlánticos” ocho firmas salinienses más. Ellas son Bodegas Attis (Dena), Delicias de Lágrimas (Meis), Adega “O Pombal” (A Lanzada-Sanxenxo), Datrimar y Lagar da Costa (ambas Cambados), Ramiro Padín y Coanga S.L. (las dos en Ribadumia) y D’Arvelos en Vilalonga, este último en su día de manos del fallecido Luis Padín, verdadero patriarca de los “tintos del mar”. 

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