sábado, 26 de marzo de 2016

conversas.com
Alberto Urretxo Zubillaga
Trombonista de la Orquesta Sinfónica de Bilbao

Considerado uno de los trombonistas de referencia en España, Alberto Urretxo impartía esta semana un curso de trombón en Meaño, dentro del programa de cursos de perfeccionamiento que ofrece la Escuela de Municipal de Música. Es la cuarta vez que acudía a esta cita con un pueblo que le cautivó desde aquella primera ocasión que vino en 2002. Además ofrecía el martes 22 en Ribadumia un concierto gratuito donde presenta su disco “Soinuaren Bidaia” (“El viaje del sonido”), con obras de Piazzolla, Debussy, Béla-Bartók o Tartini entre otros, y donde el propio intérprete explicaba la música al público desde su experiencia persona en aras a despertar la sensibilidad del auditorio


Alberto Urretxo rodeado de trombones de sus alumnos en el curso que impartió en Meaño

“EN MEAÑO ME ENCONTRÉ CON ALUMNOS DE UN NIVEL Y UNA ILUSIÓN IMPRESIONANTES

¿De dónde le viene su vinculación especial con Meaño?
Me viene del año 2002 cuando en unas navidades nos trajeron a Galicia por primera vez, a mi hermano Unai, que es también trombonista y que entonces estaba estudiando en Boston, y a mí, para impartir un curso en el Conservatorio Superior de Vigo más en la Escuela de Música de Meaño. Recuerdo que acordamos repartimos las sedes, impartiendo cada día y medio, uno el curso en cada sitio. Sobre el papel era más atractivo Vigo: la ciudad, trabajar con alumnos de Grado Superior… Y fue mi hermano quien dijo: “me voy yo primero al pueblo [por Meaño], y te quedas tú en Vigo, luego nos cambiamos”. Pero cuando nos encontramos aquella noche me dijo: “me quedo yo los tres días en el pueblo”, así de contento estaba. Y luego, cuando al día siguiente bajé yo a Meaño entendí el por qué.

Alumnos el curso de trombón con Urretxo en el centro
¿Y qué fue eso que se encontró en Meaño?
Me encontré a unos alumnos con una ilusión y nivel musical impresionantes, y con una parte humana que me tocó la fibra e hizo que Meaño me enganchara para siempre. En el ámbito musical Meaño es hoy muy conocido, y ya no sólo Galicia, sino en España, y no sólo por una banda que está cosechando éxitos, sino porque de aquí están saliendo músicos profesionales que están llegando a grandes orquestas sinfónicas españolas… Es impresionante para un pueblo tan pequeño.
Tanto le cautivó que es la tercera vez que viene.
Sí, y vengo siempre como mucho cariño, porque, amén de lo profesional, me ha cautivado la parte humana, el excelente trato, la sensibilidad… Aquí hice grandes amigos como Dani Portas, que era entonces el profesor de trombón, y veo con emoción como alumnos de aquellos años como Juan, Esteban, Basilio…, que entonces era unos críos, hoy son unos trombonistas de un nivel impresionante.
¿Y a qué puede atribuirse este éxito musical en un pueblo tan pequeño?
A la energía y al entusiasmo de la gente, de los profesionales que están al frente. Yo no conozco a todos, pero he conocido a gente como Dani Portas, y si hay muchos como él aquí no me extraña nada este éxito.

Un expresivo Alberto Urretxo, dirigiéndose a sus alumnos durante el curso
Cuando inicia un curso formativo como este de Meaño. ¿Qué es lo primero que le dice a los alumnos cuando se presenta en un curso de este tipo?
Lo primero que quiero transmitirles es que disfruten, no que toquen sino que canten el trombón, a nadie le importa como toca uno, lo importante es que, cuando cojan el instrumento, siempre tengan algo que decir. Y eso tiene otras connotaciones: que lean, que escuchen música, que vivan…
Las escuelas de música, los conservatorios… están llenos de un tiempo a esta parte. ¿No hay mucho músico para tan poca salida profesional?
Lo cierto es que no hay salida en muchas cosas hoy, pero no hay que pensar en la música sólo en el plano profesional, porque lo más importante de la música es que es un grandísimo complemento para muchas cosas en la vida, es cultura, es sensibilidad… Es algo que deberían tener en cuenta los políticos de hoy: la música es una inversión, no un gasto, contribuye a una sociedad mejor. Cierto que cuando uno empieza en este mundo a veces no sabes a dónde vas a llegar. Recuerdo una profesora de Biología que, cuando yo en clase le dije que me quería dedicar a la música me preguntó: “¿y a qué más?”, y todos mis compañeros en clase se echaron a reír. Y sin embargo, aquí estoy. Nunca sabes lo que te depara la vida.
¿En qué nivel se halla la música sinfónica en España y en Galicia?
Hemos mejorado mucho en las últimas décadas. Mismo en Galicia hay dos orquestas profesionales, una en Santiago y otra en A Coruña que son ya un referente a nivel nacional. Pero no cabe duda de que España no es Alemania o Estados Unidos, aquí hay otros referentes, también válidos. Lo que hace falta para seguir mejorando es invertir en los colegios, en las escuelas… Los logros se verán a largo plazo.

Un momento de su concierto en Ribadumia
El martes actuaba en el auditorio de Ribadumia presentando por primera vez fuer de Euskadi su disco “Soinuaren Bidaia” (“El viaje del sonido”). ¿Qué podemos encontrarnos en él?
Es un trabajo autobiográfico donde muestro tres etapas: una primera, donde conozco el mundo del trombón; la segunda, donde lo asumo en un plano más profesional; y una tercera, que es la de la madurez y la consagración, también en el plano familiar e emotivo. Por eso no les he puesto tiempo a las piezas, sino que en un libreto que acompaña el disco, lo que les he puesto son las emociones, ese algo que me ha supuesto a mí. En cuanto al concieto hemos tratado de ofrecer algo distinto al espectador: un impasse para que viviera sus propias  emociones, percibiendo la música de una forma diferente. Y es que lo más importante para mí, más que lo que escuchamos, es el cómo lo escuchamos.
Concierto que contó con con colaboración especiales.
El disco ha sido grabado con un quinteto de cuerda, pero es este caso en Ribadumia se ofreció en otro formato: con acompañamiento de viola, en este caso con mi mujer Adriana Grígoras, que es viola de la Sinfónica de Bilbao, y de piano, contando para la ocasión con un pianista gallego como es Javier Ares. También hubo otras colaboraciones con Dani Portas y algunas otra gente con la que me une una gran amistad.

En el concierto de Ribadumia en la colaboración con Daniel Portas, y con Javir Ares al piano

Amén del disco, los cursos… ¿Algún proyecto más en el que está inmerso?
Aparte de la vida, que es el proyecto que todos tenemos en común, estoy metido en otro que se llama “Euskadi brass”, un proyecto de fusión de la música con otros ámbitos de la cultura como el teatro o la literatura, así como conciertos con las familias para acercar la música a los niños, porque en el País Vasco no existe esa tradición con las bandas como en Galicia que acerca la música tanto a los chavales.
Visto lo visto: ¿vivir de la música es un privilegio?
Lo más importante de la música es vivir con ella, no vivir de ella. Vivir de la música también tiene sus pros y sus contras, como toda en la vida, pero lo más importante es ser feliz, y la música, a todos, les puede ayudar a serlo, por eso es tan importante.


sábado, 19 de marzo de 2016

A FOTO: MEAÑESES DE FARRA EN 1960

Traemos hoxe a esta páxina principal unha foto do ano 1960, porque cremos que merece moito. Pertence ao aquivo persoal de Eligia Longueira y amosa a un grupo de meañeses de farra nunha romaría, posiblemente en Armenteira. Nós temos identificados a algúns, pero outros se nos escapan. Seguro que algún lector pode contribuir a axudarnos con esos outros. Se eres capaz de identificar a algún ponte en contacto connoso a través de correo electrónico poloventanuco@gmail.com


Mozos meañeses de farra en romaría en 1960





Silueteado identificativo


Meañeses de farra en romaría, ano 1960, de esquerda a dereita:

1. ¿?
2. Vicente Souto
3. Luis da Cacharra (¿?)
4. Víctor Trabazo
5. ¿?
6. Félix Rodiño
7. Manolo de Tineo

sábado, 12 de marzo de 2016

*** Opinión
Pecar por exceso

Disco de limitación de 50 kms hora
El exceso de información puede tener en ocasiones un efecto boomerang y contribuir al desinterés y a la propia desinformación. Sirva como ejemplo la factura eléctrica que recibimos de nuestros domicilios, con tal cúmulo de datos entre los que resulta tan complejo separar la paja del heno que uno desiste. Y es que una buena opción para desinformar, aunque parezca un contrasentido, es desbordar con un exceso de información que canse a interlocutor y haga que desconecte.
Bien podría tenerlo en cuenta del la DGT a la hora de disponer la señalización vertical en las carreteras gallegas, por si esta “sobre-señalización” contribuye a la desinformación. El dato: entre la rotonda de entrada en Sanxenxo y Rande, circulando por Combarro, tomando Pontevedra por la circunvalación de la A-6, prosiguiendo por Vilaboa y la carretera interior de San Adrián de Cobres hasta llegar a la rotonda de subida a Rande, se realiza un recorrido de 38 kms. Ese tramo cuenta con la friolera de 315 señales de tráfico verticales -sin contabilizar las informativas-, de las cuales 78 son límites de velocidad. O lo que es lo mismo, un promedio de una señal vertical ¡cada 120 metros!, o una limitación de velocidad diferente ¡cada 487 metros!. Esto son 315 motivos susceptibles de sanción por parte de la benemérita, de ellos 78 por esos límites de velocidad que varían cada ¡487 metros recorridos!. ¿Es posible que en un tramo así el conductor pueda concentrase en el seguimiento de la señalización en la que recibe información diferente cada 120 metros, modificando la velocidad cada 487? ¿No contribuye esto la desinformación?
Con elementos así uno debe cuestionarse eso de que los gallegos somos los conductores más sancionados de España, pero no por conducir peor, no, sino por hacerlo precisamente en Galicia.
Dirán desde la DGT que toda esa cantidad ingente de señalización es necesaria. Mas si analizamos de forma detenida tramos como que aquí referimos, comprobaremos al poco como buena parte es prescindible, incluida en límites de velocidad tan cambiantes (¡cada 487 metros!). Simplifiquemos, separemos la paja del heno y nos fijaremos más... hasta en las señales de tráfico.

sábado, 5 de marzo de 2016

conversas.com
Antón Alcalde Rodríguez
Primer Premio del Concurso de Pasodobles de la Unión Musical de Meaño

Antón Alcalde tras recoger el premio

El joven compositor rianxeiro Antón Alcalde Rodríguez se hizo con el primer premio del Concurso de Pasodobles Conmemorativos convocado por la Unión Musical de Meaño con motivo de su XXV Festival de Bandas de Música. Su obra, junto con otras cuatro, fue seleccionada para la final por un jurado de expertos entre las 19 que concurrían a certamen, procedentes de diversas partes de la geografía española, tales como Cataluña, Valencia, Baleares, Andalucía, Castilla La Mancha o Galicia. El sábado, en el concierto de la final, en que la Unión Musical de Meaño interpretaba ante público y jurado las cinco obras finalistas en el auditorio de Ribadumia, el jurado técnico valoró la apuesta innovadora que suponía su obra, la cual concurría bajo el lema “The rest is Noise” (“El resto es ruido”), sobre el resto, y le otorgó el primer premio de 1.000 euros fijado en las bases, dejando el segundo para el compositor barcelonés Armando Bernabé por “Cholita”, y el tercero para el valenciano Josep Ros por “Muiños”. Un Antón Alcalde que, a sus 23 años, acaba de cursar Grado profesional de Percusión en el conservatorio Manuel Quiroga de Pontevedra y que se halla ahora en proceso de acceso al Grado Superior de la especialidad, y que, tras seguir el estreno de su obra en el parte alta del auditorio -enfrascado en un gorro de lana- bajaba personalmente a recoger el galardón.

 “CON MI OBRA PERSIGO LA RE INVENCIÓN DEL PASODOBLE”

¿Cuánto tiempo participando en concursos de composición musical?
Llevo desde los quince años, que fue cuando participé por primera vez en el Concurso Iberoamericano de Ortigueira. Antes participaba en más, por aprovechar un poco el escaparate que ofrecían, pero ahora estoy centrado en algunos internacionales más complejos, con otro tipo de lenguaje musical.
Este de Meaño no ha sido el primer premio de composición que recibe.
No, la verdad es que desde los quince años he tenido suerte y he ganado varios.
¿Alguno le hizo especial ilusión?
Cada premio supone una pequeña victoria, pero quizás me quedaría con el Iberoamericano de Ortigueira que mencionaba antes, y que gané en aquella primera participación con quince años, por ser el primero de todos, y que fue decisivo para decirme “voy a dedicarme a esto de la música”.
A la hora de componer ¿en qué estilo musical se siente más cómodo?
Un poco en todos. Cierto que en las composiciones suelo ser lo más etnográfico posible y al ser gallego tiro más a la música folklórica de aquí, más que nada por cercanía y por explorar la posibilidades sonoras que ofrece este tipo de lenguaje.

La Unión Musical de Meaño en un momento del concierto
El jurado el Concurso de Pasodobles de la Unión Musical de Meaño valoró la apuesta diferente que suponía su obra en la aportación a la estética del pasodoble.
Sí, digamos que el concierto de la final mostró dos frentes abiertos: dos estábamos en esa línea más moderna, de formas más abiertas, buscando la fusión de estilos, y otros tres en una estética más tradicional. Por mi parte procuro aplicar lo que mueve la música del siglo XXI, que es precisamente la renovación estética de la del siglo XX, también aplicable en este caso al pasodoble: apostar por la evolución, la innovación tanto en formas armónicas como tímbricas… y se ve que eso convenció al jurado.
¿Es posible pues re-inventar una forma tan clásica como el pasodoble?
Es lo que me propuse en una trilogía de ellos que compuse, que comenzó con “Enrique López”, que en su día fue un encargo, y que finaliza ahora con este que presentaba a concurso a Meaño: en los tres trato de fusionar las formas del pasodoble tradicional con otros estilos como el ragtime, harmonías de jazz... ese es el objetivo de re-invención de la música que persigo en mis composiciones.
¿Cuánto tiempo le lleva componer una pieza como esta?
Depende, sobre todo, mucho de factores externos: agotamiento, margen de presentación, apremio si es un encargo, si estás metido en varias composiciones… En este caso me llevó un mes y algo de trabajo porque recuerdo que tenía diversos encargos y fui llevando varias obras a un tiempo.

Otra imagen del joven compositor rianxeiro
La obra concurría a concurso bajo el lema “The rest is Noise” (“El resto es ruido”). ¿Trata de transmitir algo con el lema o con música de la obra en sí?
El lema en realidad en una cita de Shakespeare que aparece en un libro de un musicólogo norteamericano llamado Alex Ross que, por cierto, recomiendo, y que se titula precisamente así. Sobre lo que trataba de transmitir con esta música… Cuánto más pasa el tiempo más cuenta me doy de que la música es mucho más que un lenguaje, que si estás concibiendo algo para transmitir una sensación a lo mejor logras en el oyente otra diferente, cada cual es un mundo. Con este pasodoble lo que quería ante todo era transmitir frescura y fusión en este siglo XXI que es tan caótico.
¿Qué opinión la mereció la interpretación en estreno, en este caso de su obra, por parte de la Unión Musical de Meaño en el concierto?
El estreno de una obra es lo que tiene: acudes a él con expectación a la par que con curiosidad. Cada interpretación es un mundo, y en eso reside la belleza de la música. Lo cierto es que el director Diego Javier Lorente tuvo que recomponer alguna instrumentación de percusión que no había, pero lo hizo tan bien que me ha llevado al punto de replantearme a mí mismo el prescindir de ella. La verdad es que la banda de Meaño está haciendo mucha cultura, está trabajando de manera fantástica, de hecho se ha llevado el primer premio en el certamen del Kerkrade, que es el mejor del mundo, y lo cierto el este concierto hizo una interpretación  soberbia.
¿Un premio así tiene alguna dedicatoria especial?
Sí, en este caso a mi madre. De hecho el título que tenía pensado para este pasodoble era su nombre, María Elena, si bien luego lo presenté a concurso y lo hice con un lema.
¿Con los 1.000 euros del premio tiene pensado hacer ya algo?
(Risas) ¡Uf! La verdad es que vienen muy, pero que muy bien. Los dedicaré a formación y a estudios, porque en ese caso el estudiar fuera, lamentablemente, tiene muchos gastos: vivienda, manutención, los propios estudios que son muy caros… Pero sin duda que son también un aliciente para seguir en esto.


Escucha un fragmento del pasodoble ganador, obra de Antón Alcalde pinchando en el siguiente enlace

"The rest is noise" (fragmento)
Dirige: Diego Javier Lorente López