sábado, 7 de febrero de 2015

LA VIEJA RECTORAL DE LORES RECUPERA SU ESPLENDOR
  
Ménsulas que sustentan la imponente balconada de la vieja rectoral


La parroquia meañesa de Lores, bajo la dirección de su cura párroco José Manuel Taibo, está acometiendo la recuperación de la vieja rectoral, considerada una de las mejores de la comarca de O Salnés, y cuya construcción se remonta al año de 1465, según refiere una inscripción en piedra descubierta en la parte baja. Se trata de una casona a pie de la iglesia parroquial que se distribuye en tres niveles y que vuelca buena parte de su esplendor hacia el interior. Y es que desde el exterior la vieja rectoral puede pasar hasta desapercibida a ojos del viandante, pero dentro se abre a un patio de reminiscencias labriegas que, junto con el edificio, recupera su riqueza merced a unas obras de rehabilitación que se están llevando a cabo con mimo y tiento.
“Creo que Lores se merecía la recuperación de la vieja rectoral que es sin duda una de las mejores de la comarca” apunta el cura párroco José Manuel Taibo. Las obras se están llevando a cabo poco a poco -el momento lo requiere- y en base a fondos parroquiales, no en vano han comenzado hace un par de años y, según reconoce el sacerdote “todavía queda mucho trabajo por delante”.

Antiguo retrete descubierto tras una pared del pasillo
Un paseo por la parte restaurada nos proyecta enseguida el tiento con que se está acometiendo cada actuación, donde ha primado ante todo la recuperación del pasado: desde viejas forjas de hierro, hasta muebles, pasando por hornacinas, algún suelo, ropas sacerdotales, sacras barrocas… En la parte pública el despacho sacerdotal de la primera planta, ya restaurado, se halla presidido por un antiguo ropero, acristalado ahora, y en cuyo interior se exponen 16 casullas sacerdotales del siglo XVII, mientras que de la pared cuelgan sacras litúrgicas que enmarcaban los textos bíblicos de algunas misas solemnes del año. “Se trata -explica el sacerdote- de crear un pequeño museo parroquial con ropas y objetos litúrgicos que había en esta casa o en la iglesia, recuperarlos y mostrarlos por su valor meramente afectivo y sentimental”.

La remodelación interior se lleva con mimo
Salida al patio interior de la rectoral

En la parte restaurada la vieja piedra desnuda preside las paredes interiores que han sido desprovistas de su argamasa original más de la cal. En alguna de estas operaciones se descubrieron partes ocultas de la vivienda, como dos antiguos retretes en piedra tras la puerta de entrada desde el atrio, que estaban tapiados y que ahora pueden verse tras un cristal como muestra de lo que fue la casona hace siglos.

Instantánea de la cocina rehabilitada
Aspecto que ofrece la otra cocina parte no restaurada
La vieja rectoral contaba con dos cocinas, una de las cuales ha sido rehabilitada siguiendo el patrón de la cocina labriega, con su lareira, pote, sólida mesa de madera presidiendo el centro y dos hornos que tenía en origen para cocer el pan, uno en piedra y otro en ladrillo. En las paredes, cerámica decorativa inspirada en obras del pintor ferrolano Álvarez de Sotomayor. En la planta superior, otra cocina, ésta todavía no recuperada y que hace las veces de local de catequesis, nos muestra la estampa de lo que fue la vieja casona: paredes caleadas y mugrientas, puertas descolgadas de sus bisagras, ventanas apolilladas…, y que cargan de argumentos la actuación que se está llevando a cabo para salvar el inmueble.
Las obras realizadas se completan en el semisótano con una bodega que cuenta con algunas pequeñas cubas de acero y roble francés donde se elaboran vinos albariño, catalán, tinto Barrantes y Jaca -variedad silvestre ésta con escasa presencia en la comarca y sólo aprovechable para el consumo casero-, uva toda ella cultivada en los cuatro ferrados de viñedo de que dispone la rectoral en sus aledaños.

Bodega en el sótano de la rectoral
En el exterior el patio está presidido por un olivo centenario, mientras en los muros laterales las hornacinas, que evocan también el pasado, bien porque algunas son antiguos ponederos de huevos de un viejo gallinero que ocupaba esa parte de la rectoral, bien porque albergan garrafones de cristal en los que llegaba el aceite de San Benito a Lores en los años 30 del siglo XX. A dicho patio vierte la imponente balconada a modo de galería al aire libre sostenida por majestuosas ménsulas, espacio del que gustaba el escritor cuntiense Roberto Blanco Torres, quien pasaba largas temporadas en esta rectoral en los años 30 por cuanto su hermano Germán era por entonces cura párroco de Lores. Desde una habitación que daba a esta balconada buscó muchas veces la inspiración para sus artículos, algunos de los cuales tuvieron a Lores como protagonista.

Imagen de la balconada que vierte al patio interior
El cura párroco José Manuel Taibo reconoce que en la rehabilitación de la rectoral colaboran algunos técnicos “por cuestiones de amistad”, y que alguna otra gente realiza actuaciones casi de forma altruista para recuperar el conjunto patrimonial “lo cual es de agradecer”. Incluso algunos cuadros que presiden el despacho sacerdotal y la zona pública de la entrada, y que muestran imágenes de Lores, son regalo de allegados vinculadas al mundo del arte.

Olivo en el patrio interior
Lo que algunos no entienden es el color púrpura elegido como pintura exterior de un bloque de la rectoral ubicado en el noreste del conjunto, color que contrasta en exceso con la piedra que preside el inmueble. El párroc José Manuel Taibo lo explica: “se eligió el púrpura por su simbolismo -apunta- porque este color evoca la espiritualidad y la sabiduría, y eso es precisamente lo que se pretende con la elección”.
Las obras continuarán en lo sucesivo con el objeto de completar el conjunto de la rectoral. Un paso lento, sin pausa ni prisa, para recuperar parte del patrimonio eclesiástico de Lores y, por extensión, del municipio meañés.



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