sábado, 29 de noviembre de 2014

PARADELA vs LORES: 
HISTORIA DE UNA VIEJA RIVALIDAD FESTIVA

Vecinos de Paradela en la era de Benito "de Pas" recordando las antiguas fiestas.
De izquierda a derecha, Elías Castro, José Otero, Juanito "da Gandra"
y Anselmo Castro
El municipio de Meaño estuvo compuesto siempre de siete parroquias: Dena, Meaño, Lores, Simes, Xil, Cobas y Padrenda. Pero hace medio siglo esta configuración territorial pareció tambalearse por momentos cuando a raíz de las fiestas en Paradela, en este barrio de Lores afloró tal rivalidad por con su capital que ésta acabó vistiéndose por momentos de tintes secesionistas que duraron años. Tanto que en Paradela se llegó reivindicar el erigirse en octava parroquia del municipio. La de este reportaje es una mirada retrospectiva a aquella rivalidad hoy superada, pero que forma parte de la historia reciente del municipio meañés.
  
La geografía hace del barrio de Paradela el más distante del núcleo de Lores. Para llegar a él, el vial, hoy ancho y aglomerado pero hace medio siglo un estrecho camino de tierra, debe sortear una zona de monte, por lo que Paradela a ojos del visitante, parece más una prolongación de la localidad de Meaño que un barrio propiamente dicho de Lores. Ello contribuye en parte a la forja de una identidad en cierto modo particular.
La historia que aquí nos ocupa nos retrotrae a este barrio a mediados de los años 50, cuando estaba conformado entonces por tan sólo una treintena de casas. Las fiestas patronales de que se celebran cada año en Lores a inicios de octubre no iban a organizarse en una de aquellas ediciones al haberse disuelto la comisión organizadora. Fue entonces cuando una delegación de vecinos de Paradela, encabezados por Benito Otero Balboa (Benito “de Pas”), Aurelio Castro Pérez, y Manuel Gómez Domínguez, decidieron en el último momento integrar una comisión para organizar la fiesta del Carmen, el segundo domingo de octubre. Con tal motivo se entrevistaron con el cura párroco, Luis Costa Cambón, buscando la conformidad de aquel para, dado que Lores no iba a organizar verbena alguna, pudiera hacerse ésta en Paradela con el dinero que aportaran únicamente los vecinos de aquel barrio.

Elías Cstro revivió la primera fiesta
Aquella fue la primera fiesta de Paradela que significó la ruptura y el principio de una rivalidad que duró décadas. Elías Castro, vecino del barrio y que hoy vive afincado en Meaño, rememora el momento: “Yo, que nací en 1946, debía tener unos diez años, recuerdo que aquella primera verbena de Paradela se celebró en la Campina da Bouza (a la altura del hoy nº 33 del barrio). No puedo precisar si tocó la orquesta Melodías o la Columbia, pero sí recuerdo bien las risas de la gente cuando Pepe “O Gameiro” se atrevió a subir al palco a cantar, aquello fuera todo un show”.
Los vecinos de Lores reaccionaron y recuperaron sus fiestas al año siguiente, incluida la del Carmen. Mas Paradela no cedió y estaba dispuesta a convertir su verbena del Carmen en tradición, sin importarle que Lores organizara la suya propia. Y así fue que durante veinticinco años Lores celebraba dos verbenas por el Carmen y en el mismo día: la que acogía el centro de la localidad (entonces en el lugar e A Laxe) y la que promovían los vecinos de Paradela en su propio barrio. Durante décadas compitieron por ser mejor que la vecina, contratar a las mejores orquestas y echar la descarga de fuegos más larga. La rivalidad creció hasta extremos impensables, pasando por momentos de la retranca a la crispación. Incluso los vecinos de otras localidades cercanas se posicionaban y acudían a una u otra según las simpatías que despertara en ellos, “hasta el punto que en alguna ocasión parte de los músicos de la banda de Meaño que estábamos más con Paradela fuimos un año a tocar allí gratis” rememora Porfirio García, otrora clarinete de la banda meañesa.

Orquesta Melodías, asidua de las fiestas de Paradela, en una fota de la época
Orquestas como la “Sintonía” de Vigo y “Poceiro” llegaron a ser asiduas en Paradela, mismo las bandas de Castrelo y Meaño, que bajaban desfilando desde Pereiras y recorrían el barrio protagonizaron famosos “mano a mano” sobre aquel escenario decorado con mirtos y que fue cambiando de ubicación con el tiempo: “tras aquel primer año en la Campina da Bouza se trasladó a la era de Benito de Pas -recuerda Elías Castro-, luego a la de José Dopazo y, en los últimos años a la era de la Gandra”. Él nos da la clave de como un barrio de apenas 30 vecinos podía organizar tamaña verbena: “la gente -explica- cuando acudía a la taberna de Benito de Pas, la única de Paradela y que estaba en el centro oficiando de sede, iba dejando allí a lo largo del año sus aportaciones para la fiesta del Carmen”. “A inicios de los años 70 -continúa- los vecinos aportaban 5.000 o 6.000 pesetas a lo largo del año, y esa cantidad, para hacerse una idea, era por entonces el sueldo de un mes de un obrero”. José Otero González, que integró en su día la comisión, recuerda como “en ocasiones pasábamos a pedir de segundas porque no llegaba el dinero. Había vecinos que a inicios de los 70 aportaban 11.000 pesetas, yo mismo recuerdo que en una de aquellas ediciones llegué a poner 22.000 pesetas, tal era la pasión aquí por las fiestas en nuestro pulso con Lores”.
Pero no sólo era dinero. Para mantener aquel pulso Paradela tenía que trabajar en la fiesta durante todo el año. De hecho la hija de uno de los promotores del evento entonces, recuerda como “tras la cosecha del maíz las mujeres íbamos casa por casa a buscar cestas de espigas que donaban los vecinos, luego nos juntábamos en casa de Carmucha da Gandra para desgranar las espigas, y aquel grano se le vendía a la señora Pepa “A Calienta”  quien a su vez vendía luego la harina en O Grove. Y lo mismo hacíamos con el vino, todo con tal que conseguir dinero para la fiesta”.

A la izquierda Elpidio Castro, en el centro Benito de Pas y a su derecha
Luis Lema y José "da Gandra"
Las verbenas de aquellos años en Paradela debieron mucho, entre otros, a gente como José Otero González, Gumersindo da Freixa, José Laredo, Benito Otero, Luis Lema, Ramón Lorenzo González, Elpidio Castro, Paco y Anselmo Castro, o el propio José Otero (“Pepucho da Balada”) en la última época. Su obstinación hizo que aquel pulso se mantuviera durante décadas. En ese tiempo el roce con Lores creció tanto que, según reconocen algunos vecinos, “en algunos círculos se llegó a hablar de la posibilidad de construir una capilla en Paradela, de pasarse a Meaño o de convertirse en la octava parroquia del municipio... pero sólo fueron comentarios, nunca se promovió nada serio en ese sentido”.
Aquella rivalidad estuvo salpicada de anécdotas y hasta contó con su episodio trágico. De las primeras nos habla Elías Castro: “recuerdo que un año, sin nadie saberlo, compramos entre varios tal descarga de fuegos que, a medianoche, mandamos parar a la orquesta y estuvimos echando fuegos durante tres cuartos de hora”. Las escaramuzas eran frecuentes: “en otras ocasiones -continúa- bajaban los de Lores con sus vehículos para bloquear el paso de la gente que quería bajar a la fiesta a Paradela. Recuerdo también una noche de la víspera en que aparecieron rajadas las lonas que cubrían el palco, e incluso en una ocasión que se les estropeó la amplificación en Lores y bajó un comando de jóvenes que, en el descanso y aprovechando un despiste, se llevaron el amplificador de la de orquesta de Paradela”. Elías Castro quita hoy hierro a todo esto: “aunque por entonces se tomaba el asunto muy en serio hoy son anécdotas con las que nos reímos. Pienso que todo eso está superado”.

La vieja taberna de Banito de Pas en una foto actual.
Este era el epicentro de la organización de las fiestas
El episodio trágico ocurrió en 1968 cuando en la noche de víspera falleció el hijo de Benito de Pas, quien durante años había oficiado como auténtico patriarca del barrio y que era entonces uno de los grandes promotores de una verbena que por entonces se celebraba en la era de su casa. José Otero Serén, que así se llamaba el joven fallecido, tenía 23 años. La conmoción fue general. Aunque cierta leyenda urbana vinculó el deceso a la verbena, nada había sido más lejos de la realidad, por cuanto el óbito se produjo por causas naturales en el domicilio familiar durante la madrugada.
A contrarreloj el barrio desmanteló el recinto de fiestas en horas. La verbena que iba a celebrarse al día siguiente y donde iban a tocar juntas las orquestas “Sintonía” y “Melodías”,  se suspendió. Tampoco se celebraron las ediciones posteriores. Aún así la fiesta conoció un último arreón y se recuperó a inicios de los 70. Paradela siguió manteniendo su pulso con Lores, según refieren los vecinos, hasta 1977 en que la verbena desapareció para siempre. Mas aquel resquemor interno aún permaneció latente durante años. El cura párroco José Rial, cuando asumió la parroquia de Lores en 1985, fue uno de los artífices de que las diferencias se fueran limando con el tiempo. Aun así todavía hoy es tradición que los matrimonios de Paradela mayores de 50 años se reúnan en una comida anual que evoca cierto espíritu de los años pasados, comida que congregó en la edición de 2013 a 70 personas y que sirve como punto de reencuentro “tanto para los matrimonios que viven aquí como para aquellas personas que nacieron y se criaron en Paradela pero que hoy ya no residen aquí”, explican sus promotoras.

Para recordar: fotos actuales de los viejos campos de fiesta de Paradela

La primera fiesta fue en la Campina da Bouza

La era de Benito de Pas fue el segundo campo de fiestas

La era de José Dopazo albergaba las fiestas en 1971
  
El último recinto fue la era de la familia Gandra a finales de los año 70


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