sábado, 16 de noviembre de 2013

LOS DOS EULOGIOS (II)
...la botella en puerto

Hace algunas semanas abríamos nuestra segunda temporada con un reportaje sobre la historia de los “dos Eulogios”, lo que era la búsqueda vital de una argentina, Estela Domínguez Rivarrossa, de sus antecedentes familiares en Dena (Meaño), descendientes de aquellos Eulogios, abuelo y padre de nuestra protagonista que, junto a su abuela Dolores, emigraran desde para Argentina en el primer tercio del siglo XX. El primer Eulogio, enfermo, regresó para morir en 1919. Los otros -esposa e hijo de aquel- que le sucedieron para “hacer las Américas” no retornaron nunca. Es una de tantas historias de emigración dignas de ser contadas, y que dormitó hasta que el empeño de una de sus protagonistas se afanó por recuperar. Estela Domínguez lanzó su “botella al mar” desde Argentina. En la otra orilla de Atlántico arribó hasta nuestro particular Ventanuco. Aquí hemos contado su historia y pronto nos afanamos pensado que aquel viaje no podía haber sido en vano. Iniciamos así una investigación, compleja por el excesivo tiempo transcurrido desde la marcha de los Eulogios (1915 y 1929), pero que al final ha dado unos frutos. Hoy los compartimos con nuestros lectores.

La "casa de las Pardellas" en Vilarreis hoy, donde se crió Eulogio Domínguez con la abuela Josefa y la tía Divina
   
La vieja casa y su amigo del alma
Cuando su madre Dolores García Pardellas emigró en 1920 Eulogio Domínguez García se había quedado aquí en Dena, con cinco años de edad, al cuidado de su abuela Josefa Pardellas y su tía, Divina García Pardellas -la otra hermana de Dolores- en el barrio de Vilarreis. Aquel Eulogio, fallecido en Argentina en 1994 con 83 años, se había planteado en sus últimos años regresar a Dena pero no se atrevió porque, según nos refería su hija Estela desde Buenos Aires, “tenía miedo de no encontrar nada de lo que había sido su vida aquí: ni la casa de la abuela Josefa con quien se crió, ni a su amigo del alma, Lorenzo, ni sus gentes”. Mal sabía él que, si hubiera vuelto, todavía habría dado con vestigios de lo que un día fue su vida aquí.
Así, la vieja casa donde Eulogio Domínguez García se crió permanece todavía en pie, si bien en ruinas, en pleno centro de Vilarreis, a pie mismo del vial que cruza el barrio. Es la conocida como “casa de las Pardellas” en honor a la abuela, una humilde vivienda de bajo y planta vendida hace medio siglo. El interior de la planta baja lo conforman dos habitaciones, una de ellas la cocina con la vieja lareira en el lateral sur. La planta alta, y según los testimonios, albergaba dos habitaciones si bien, dado el estado ruinoso, resulta inaccesible,

Nos refería Estela Domínguez desde Argentina que su padre les hablaba a menudo Lorenzo, su amigo del alma en aquellos de infancia en Dena. ¿Quién era el tal Lorenzo? Los testimonios
Interior en ruinas de la casa. La vieja cocina con su lareira en la planta baja
recabados no dejan lugar a duda. En realidad se trataba de Lorenzo Vázquez Rodiño, que había
 nacido en Vilarreis y se criaba allí con su familia, precisamente en una vivienda cercana en apenas cien metros a la casa de las Pardellas. En su juventud el referido Lorenzo se casó con Carmen García Martínez, natural de Xil, y con ella tuvo tres hijos. El matrimonio vivió en Vilarreis, en lo que era la casa matriz de Lorenzo, y donde éste falleció en 1999 a la edad de 85 años. Una de sus hijas continúa viviendo hoy al lado de lo que había sido casa matriz.


La abuela Josefa con su hija Divina
y su nieto Eulogio Domínguez
La abuela Josefa y la tía Divina
Dos referencias orales hemos hallado de la abuela Josefa Pardellas y la “tía” Divina. Una, en la persona de Alicia Gándara, una vecina cercana a vieja casa, natural del barrio y que es de las personas de más edad en Vilarreis. Ella la recuerda por testimonio de su madre: “la vieja Josefa crió a la mitad de los niños de Vilarreis -apunta-, porque muchas madres le encomendaban el cuidado de sus hijos pequeños cuando tenían que salir a trabajar. Mi madre contaba que cuando le lloraban por causa del hambre les hacía callar metiéndoles la teta en la boca”. El otro testimonio es de Carmen Naveiro, quien sus 89 años recuerda directamente a Josefa Pardellas: “la señora Pepa -refiere-, que así era conocida, vivía de comprar grano de maíz, lo molía y llevaba luego la harina a lomos de un caballo para vender en O Grove, así era como se ganaba la vida". "La vieja casa -continúa- tenía una pequeña era con la cuadra del caballo que estaba al otro lado del camino. Luego poseía también una vivienda en el barrio de Morouzos, que tenía arrendada a un matrimonio de ancianos. Esa casa se vendió y fue luego la conocida como taberna de Cayetano".
¿Y qué fue de Josefa Pardellas y su hija, la “tía Divina?. Estela Domínguez apuntaba desde Argentina: “a las dos les perdimos la pista, sólo sé que la abuela cuando se casó la hija, Divina, dejó Dena para vivir con ella en Vigo o en Pontevedra”.
La referencia no es correcta del todo. Fue cierto que al cabo de un tiempo se fue a vivir con la hija cuando ésta se casó, pero no lo hizo en Vigo ni en Pontevedra, sino mucho más cerca: Divina García Pardellas se casó en realidad en la localidad de Castrelo (municipio de Cambados), situada apenas a  cuatro kilómetros de Dena. Allí, contrajo nupcias con Manuel González Serén (cuya familia era conocida por el apodo de “os Cantarelos”) y  con el que vivió en una casa del barrio de Couto de Abaixo. Fruto de aquel matrimonio nacieron ¡once hijos!. Dos de ellos fallecieron durante la infancia y, actualmente, viven tres: Gumersindo, Serafín y, la menor de todos, Divina -comparte nombre con su madre-. La abuela Josefa siguió viviendo sóla en Vilarreis -según apunta con clarividencia Carmen Naveiro- y sólo cuando ya era anciana y no podía valerser se fue con su hija para Castrelo. En sus últimos años quedó ciega y falleció hacia 1946 -sin poder precisar la fecha exacta por cuanto sus nietos vivos no la recuerdan-.

Foto de familia de Divina García Pardellas. Ella es la segunda por la izquierda, al lado de su marido (primero por la izquierda)
La “tía” Divina dedicó su vida a la casa y al campo. Su marido e hijos estaban volcados en la actividad industrial de la “telleira de Ansuíña”, un viejo horno donde cocían teja y que propiedad de Manuel González. Divina García Pardellas falleció en 1978 a los 73 años de edad y sus restos reposan hoy en el cementerio parroquial de Castrelo.

Los hijos de la “tía” Divina
Divina González, en el exterior de su casa de Castrelo
Tal y como referíamos antes hoy viven tres de aquellos hijos de la “tía” Divina. En la casa matriz en Couto de Abaixo reside Divina González García, la menor de todos ellos, y que hoy tiene 67 años. Está casada con Ernesto Casal Gondar con quien ha tenido tres hijos. Fue a ella la primera a la que, tras un largo periplo en nuestra investigación, llegamos portando en mano una foto con la “abuela” Josefa, la “tía” Divina y el pequeño Eulogio Domínguez -foto que aparece arriba ilustrando este reportaje-. Cuando salió a recibirnos en el exterior y, tras saludarla, le preguntamos “¿conoce usted a esta mujer?” -señalándole a la “tía” Divina- ella miró extrañada, paseando la vista por su marido e hija allí presentes y afirmó “…está é mamá!”. Y es en este punto donde notamos con firmeza que el barco había tocado puerto. Cuando le relatamos con más calma la historia que nos ha llevado hasta allí pronto asoman vagos recuerdos referidos en su día por su difunta madre (la tía Divina) del Eulogio junior -criado hasta los quince años en Dena y que había emigrado joven para Argentina donde lo requirió su madre- y de viejas fotos que enmarcadas que había en casa "del Eulogio con el gran bigote" (el Domínguez García) pero que ya no se conservan, e incluso junto a su marido pronto adivinan parecidos por otras fotos que le mostramos.

Gumersindo González en Xil
Otro de los hijos vivos es Gumersindo González García “Tucho”, que tiene hoy 74 años y está casado en Xil con Dolores Moldes Conde con la que tuvo seis hijos -tres varones y tres mujeres-. Con ella vive en una casa a pie de carretera en el barrio de  O Pazo. Su juventud transcurrió trabajando en la telleira junto a su padre Manuel “pero cuando me vine del servicio militar con 23 años cumplidos -recuerda-, me casé, y trabajé aún un par de años más en la telleira hata que cerró a inicios de los 60”. Entonces también Gumersindo optó por la emigración a Alemania: “estuve en aquel país siete años -refiere- enrolado en un barco de altura que se dedicaba a la pesca del bacalao en todo el dominio del frío: países bálticos, Islandia…”. “Las campañas -continúa- duraban entre 21 días y 3 meses, según fuéramos a por fresco o para salar. Yo trabajaba en cubierta con los aparejos o abriendo el bacalao, luego, cuando se trataba de salar, la empresa contrataba a cuatro portugueses especialistas en la tarea”.

Serafín González, hace unos años, en Argentina
El tercero de los hijos vivos de la "tía" Divina es Serafín González García. Y éste está más cerca de lo que nunca se había imaginado la persona que se empeñó en recuperar esta historia, Estela Domínguez Rivarrossa. Y es que mal sabía ella que Serafín González, a la sazón primo, vive en Argentina desde finales de los años 50, concretamente en Avellaneda, en la misma provincia de Buenos Aires. La suya también ha sido otra de esas historias de emigración, y es que se marchó dejando en Dena a la que era prometida, Carmen Varela Pérez. Con ella se casaría un tiempo después, pero lo hizo desde Argentina por la modalidad de poderes. Más tarde, Carmen cruzó el Atlántico para vivir allá con su marido. De este matrimonio nació un único hijo, Juan. Ellos sí viajaron ocasionalmente a Dena, la última vez hace apenas unos años para visitar a su familia y revivir emociones en su pueblo natal.


Así pues, el ansiado viaje que Estela Domínguez prepara a Meaño y a Dena se ha cargado aún más de razones. No obstante, es ahora a ella a la que le pertenece cubrir la primera etapa del mismo, la del puñado de quilómetros que separan las ciudades de Buenos Aires y Avellaneda, dentro de la misma provincia, para reencontrarse con su primo Serafín. Hace apenas unas horas le acabamos de facilitar sus señas, un teléfono y una dirección de correo electrónico. Tan cerca y tan lejos. Un encuentro que, de producirse -que seguro que sí-, estará desbordado de emociones. Pero esa será ya otra historia. Quizás un día podamos contarla también desde aquí. Por lo de pronto hemos cerrado el círculo y por hoy nuestro Ventanuco.


OTRAS FOTOS QUE COMPLETAN LA HISTORIA (agracedimientos: hijos de Divina y a Silvia)

La "tía" Divina junto a su marido Manuel González




Manuel González, ya mayor, apoyado en su bastón en una foto en el exterior de su casa en Castrelo


Otra perspectiva de la "casa das Pardellas" en Vilarreis


Interior en ruinas de la "casa das Pardellas" 


Imagen de la techumbre de madera en ruinas de la planta baja


Dolores García Pardellas, viuda del primer Eulogio y madre del segundo, en el patio de su casa en Argentina 
a donde ella emigró desde Dena en 1920


Chimenea de se conserva de la vieja "telleira da Ansuiña"
Divina González con su marido Ernesto Casal
en el exterior de su casa en Castrelo












Foto de un joven Serafín González


Sserafín y su espesa Carmen Varela en Argentina


El primer Eulogio, emigrado en 1915 y que, enfermo, regresa a Dena para morir en 1919, Con él empieza y acaba esta historia.


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