domingo, 20 de octubre de 2013

HISTORIA DE LOS DOS EULOGIOS 
...una botella tirada al mar


Estamos de vuelta y en esta nueva temporada abrimos nuestro particular Ventanuco con una historia entrañable, la de los “dos Eulogios”, o lo que es la emotiva búsqueda por parte de una argentina de sus orígenes gallegos en Dena. Estela Domínguez Rivarrossa, que así se llama nuestra protagonista, tiene hoy 61 años. Esta traductora de inglés se prepara emocionalmente para el viaje de su vida, el que la llevará en 2014 desde su Argentina natal hasta Dena, para conocer el pueblo del que salieron a inicios del siglo pasado su abuelo y su padre (los “dos Eulogios”) y, en medio, su abuela Dolores, buscando los tres labrarse el futuro al otro lado del océano. A excepción del primero que, enfermo, volvió a Dena para morir, los otros nunca regresaron, y ella, nacida en Argentina, no conoce ni el pueblo de los que fueron suyos ni descendientes de su posible familia en Galicia. Unos vestigios que ahora se antojan difíciles de encontrar, lo no desanima a esta mujer que, ante todo, tiene calada esta que es su historia vital.

Eulogio Domínguez Méndez (el abuelo), de pie en el centro con sombrero y bigote,  en el conventillo en una boda de un vecino de Meaño sin identificar. Foto tomada en la Avenida Belgrano de Buenos Aires en 1916

     
    Eulogio Domínguez Méndez había nacido en Dena en 1881, en cuya iglesia fue bautizado ese año por el párroco Manuel Torres. Él fue el primero en marcharse. Era el año 1915. Vivía en el lugar de O Castro y, cuando contaba 34 años, Eulogio decidió salir de Dena, dejando aquí esposa e hijo recién nacido, para “hacer las Américas”. Cinco años estuvo en Argentina viviendo en la Avenida Belgrano, en pleno centro de Buenos Aires, un barrio colonial que por entonces se estaba llenando de inmigrantes que compartían pisos y habitaciones en los llamados “conventillos” mientras cada cual buscaba labrarse su sitio en el país que los había acogido. Hacinado y, posiblemente mal alimentado, Eulogio Domínguez enfermó de tuberculosis y acabó regresando a Dena para morir un primero de agosto de 1920. “El fue el primer Eulogio -rememora hoy su nieta Estela desde Argentina-. Aunque lo parezca, la suya no fue la historia de un fracaso, porque él abrió una vía, luego vinieron mi abuela y mi padre buscando lo mismo. Ellos nunca volvieron, pero sin el abuelo hoy yo no estaría acá y esta mi búsqueda no tendría razón de ser”.
    Nada más fallecer el abuelo Eulogio, su viuda, Dolores García Pardellas, decide irse para buscar en Argentina aquello que se le negó al marido. En Dena dejó a su único hijo con tan sólo cinco años de edad, "que era el Eulogio junior, que fue mi padre” aclara Estela. “En Argentina -continúa- mi abuela Dolores comenzó limpiando letrinas en el hospital neurosiquiátrico Torcuato de Alvear, en el barrio de La Paternal, donde muchos enfermos de sífilis pasaban sus últimos días, y con el tiempo acabó como enfermera jefe de pabellón. Ella fue el prototipo del gallego que en la emigración se hace a sí mismo”.  

Eulogio Domínguez García el día de su confirmación en
Dena, con la abuela Josefa en el centro y la tía Divina 
   Mientras, en Dena, el “Eulogio junior” había quedado al cuidado de su abuela Josefa Pardellas, la molinera, y una joven tía Divina en el barrio de Vilarreis. “Con la abuela y el perro Capitán, del que tanto me habló -rememora Estela- iban a lomos de un caballo hasta O Grove para llevar harina de la molienda”, actividad ésta habitual por entonces en Dena para ganarse un dinero. En 1929, siendo ya un chaval, Eulogio fue reclamado desde Argentina por su madre: “la abuela Josefa pensaba también que la marcha del nieto era lo mejor -relata nuestra protagonista-: la tierra en Galicia no daba, él se estaba haciendo mayor, la abuela temía que lo llamaran pronto a filas porque había guerra en Marruecos…”
   Aquel fue el “segundo Eulogio”, el Domínguez García, que cruzó el Atlántico siendo un chaval y con tan sólo 14 años. Una vez en Argentina, y alentado por su madre y su padrastro -Dolores había contraído matrimonio en segundas nupcias- Eulogio hizo algunos cursos de Ciencias Económicas y, tras concurso de oposición, acabó trabajando como contable en un organismo dependiente del gobierno que era la Junta Nacional de Granos. Se casó con la hija de una vasco-francesa-piamontesa, Noemí Rivarrossa Bufil, y de esas nupcias nació la que es hoy nuestra protagonista Estela Domínguez Rivarrossa, única hija de aquel matrimonio.


Eulogio Domínguez (hijo) remando en sus vacaciones
en Argentina. Siempre añoró el mar de Dena.
     Pero ni la abuela Dolores, fallecida en 1965 con 83 años, ni el padre Eulogio muerto en 1994 con 80, regresaron nunca a Dena. “A mi padre -rememora con emoción Estela Domínguez- cuando le preguntaban la edad acompañaba siempre la respuesta diciendo “hace 20 años que falto”, “hace 30 que falto”… él contaba los años por su ausencia de Dena y de Meaño, como si él debiera estar allá”. “Nos hablaba de A Lanzada -continúa- del Outeiro, de Lorenzo su amigo de la infancia, nos hacía recoger bellotas para los camellos de los Reyes Magos como él hacía en Dena, se disfrazaba de choqueiro en carnaval porque así lo hacía de pequeño, nos traducía cada nombre de árbol al gallego, e incluso levantó una pequeña parra en la huerta de casa donde plantó cepas albariñas… Él tuvo presente siempre el paisaje de Dena y de su ría hasta su último aliento”. “Cuando se jubiló -concluye- sí se planteó volver a visitarla, yo lo animé diciéndole que lo acompañaría, pero él temía no encontrar ya nada de lo que fuera su casa, ni su gente… y en esas falleció”. Ahora Estela Domínguez se plantea cerrar el círculo abierto por abuelo y padre hace casi cien años “porque mi viaje a Dena, a Meaño y a todos esos sitios, lo siento como una falta, siento que es una deuda pendiente con los dos Eulogios y conmigo misma. Presiento que, con mi vuelta, de alguna manera, volverán también ellos”.

Nuestqa protagonista Estela Domínguez Rivarrossa en una foto actual
    Por motivos laborales nuestra protagonista estuvo en un congreso en Barcelona en 1997 “pero entonces -reconoce- no reuní el coraje suficiente para ir a Galicia porque ese viaje tenía mucha carga emocional para mí, figúrate que, cuando empecé a sobrevolar el Mediterráneo camino de Barcelona, me pasé todo el vuelo llorando con la emoción”. “Ahora -continúa- llevo años preparándome, leyendo todo lo que puedo a gente como Manuel Rivas, Suso de Toro, Ferrín, Rosalía… participando en tertulias literarias de lectores gallegos, siguiendo la prensa de Galicia a diario, los blogs en las redes sociales… Siento que estoy preparada y quiero ir en la primavera de 2014, pero quiero estar ahí unos meses largos, ver Dena en las estaciones, llegar al otoño, recorrer cada barrio, hablar con la gente, con la esperanza de encontrar una casa, una foto perdida entre los vecinos, atrapar el paisaje del que tanto me hablaron, traerme algo en la maleta, aunque sea un humilde terrón del solar natal donde pisaron mi padre y mi abuelo,…” Ella sabe que, transcurrido tanto tiempo, la posibilidad de contactar con familiares a este lado del Atlántico es tarea ardua y difícil: “la única posibilidad -entiende- sería tirar por descendientes de la abuela Josefa y la tía Divina, pero a ellas les perdimos la pista, sólo sé que la abuela Josefa, cuando se casó su hija, dejó Dena para vivir con ella en Vigo o en Pontevedra”.

Medallas conmemorativas recuerdo de sus abuelos en Dena
    Estela Domínguez conserva como oro en paño un “punteiro” de gaita de su padre “porque, como se conoce que al viajar en tercera le permitían poca maleta, fue lo único que se trajo para acá como recuerdo. También conservo una hebilla toledana y una postal de la iglesia de la Peregrina en Pontevedra, incluso tuve un viejo monóculo pero se extravió”. De la abuela Dolores mantiene una pequeña cruz de madera negra con la que viajó desde Dena y sendas medallas conmemorativas del casamiento de sus abuelos más del bautizo de su padre en la iglesia de Santa Eulalia de Dena. De los “dos Eulogios” guarda además, como oro en paño, una carpeta con partidas de nacimiento, bautismales, de defunción y otros documentos, a la par que fotografías de familia que le sirvieron a para poner rostro a sus antepasados meañeses y que avivan ahora sus recuerdos y ansias por volver a la tierra de donde salieron sus abuelos y padre hace casi un siglo.


Estela Domínguez de niña bailando la jota con su padre Eulogio para el público español en Río Tercero, provincia de Córdoba
donde la familia veraneaba en los año 50











  
NOTA: Si tú puedes ayudarnos a encontrar los descendientes de la familia de Estela Domínguez en Dena (Meaño), o conoces a los protagonistas de alguna de las fotos aquí expuestas no dudes e ponerte en contacto con nosotros a través de nuestro correo de cabecera: 
fuentablanca@yahoo. es


OTRAS FOTOGRAFÍAS PARA EL RECUERDO

Eulogio Domínguez García con amigos en los 
bosques de Palermo en buenos Aires
Foto de bautizo de Eulogio Domínguez García con su
madre Dolores García Pardellas, Dena 1915




Eulogio Domínguez García (izquierda) con su reciente esposa Noemí Rivarrossa Bufil (derecha) junto con el señor Suárez (cenro), un vecino de Pontevedra que llegó a Buenos Aires a visitar a su hijo



















A la izquierda Eulogio Domínguez Méndez (el abuelo) en 1915-16 paseando por los bosques de Palermo en el Jardín Zoológico y sobre un puente de madera que todavía conserva este Zoo. A la derecha Eulogio Domínguez García (hijo) con 18 años cuando cursaba estudios de secundaria y perito mercantil en el colegio Carlos Pellegrini


El segundo Eulogio (Domínguez García) junto consu esposa Noemí disfrutando de las uvas en la casa materna de la abuela Dolores Garcia Pardellas en el barrio de la Paternal donde vivieron un tiempo recién casados


Una de las últimas fotos de Eulogio Domínguez García, cerca ya de los 80, con su esposa Noemía y su nierto Sebastián